El flúor es un componente muy eficaz para frenar la caries dental. El flúor actúa inhibiendo la pérdida de minerales en la superficie dental y favorece la reconstrucción de los cristales de calcio y fosfato, componentes propios del diente. El uso diario de dentífricos fluorados proporciona una buena protección a los dientes porque remineraliza el esmalte y previene la formación de caries.
El flúor es utilizado generalmente en el campo de la odontopediatría, ya que disminuye las caries y se recomienda su uso a partir de los 6 años. A partir de esa edad se recomienda realizar un cepillado dental con una pasta dentífrica que contenga flúor 3 veces al día. Además existen otras formas de poder ingerir flúor adicionalmente. Existen productos de flúor concentrado que se diluyen en agua, pastillas masticables o incluso comprimidos para ingerir.
Además de la ingesta que se realice en casa, es importante acudir al odontopediatra al menos una vez al año para la revisión y aplicación de flúor en clínica a través de una cubetas de fluor.
Flúor, pero con límites.
Siempre hay que llevar cuidado con la toma de flúor en cantidades excesivas, ya que esto puede producir una fluorosis, que es una patología que se caracteriza por la aparición de una mancha de color blanco, que esta dando un síntoma de alerta de destrucción de esmalte dental. Para su tratamiento el blanqueamiento es muy práctico y con frecuencia muy eficaz (dependiendo del grado de fluorosis). Sin embargo debe realizarse periódicamente, ya que los dientes continúan manchándose. Una solución mas definitiva es un tratamiento protésico, es decir coronas o fundas dentales de cerámica (porcelana) dental.
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